En un género clásico como el de las comedias románticas, que suele ser menospreciado y bastardeado por la crítica e incluso por el espectador casual, quienes reducen este tipo de películas a algo menor (y, digamos que con un poco de razón), Emmanuel Mouret, director de Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait (2020) nos trae de nuevo a la mesa el espíritu de Eric Rohmer, director francés de obras espectaculares como Le Rayon vert (1986) o Le Genou de Claire (1970), e incluso un poco al Woody Allen de obras como Vicky Cristina Barcelona (2008).
Partiendo desde ahí, Emmanuel Mouret nos propone, en este largometraje, varias historias intrincadas que se van uniendo a través del relato. El director trabaja mucho sobre la puesta en escena, y utiliza la cámara como parte de la narración: personajes que se van alejando físicamente a la vez que también se alejan emocionalmente; un uso increíble del fuera de campo donde los personajes que son apartados por su pareja, también lo son por la cámara.
Sin embargo, y por suerte, no se queda solamente con premios en el apartado visual. El guión de Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait es un reloj suizo, hay una naturalidad en la propuesta que se siente muy orgánica. Mouret conecta puntos en la historia que no son fáciles de lograr, y lo hace con inteligencia, nos demuestra que detrás de lo que parece sencillo, tiene un trabajo minucioso por detrás. Además, como Rohmer en sus películas, en Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait se puede sentir esa atmósfera literaria y teatral, donde los diálogos y las interpretaciones tienen un peso enorme para que transcurra la historia de personajes tan distintos, y su vez no tan diferentes: están unidos por el deseo corporal más que la moralidad, y nos plantean preguntas que todos tuvimos en algún momento.
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